EL CARNAVAL ABANQUINO
Todos los pueblos de la sierra,
durante los meses de febrero y marzo, se visten de colores y alegría
desbordante. Aquí en Abancay, los carnavales también alcanzan mucha notoriedad
por sus diversos matices, colorido y la gran algarabía que se desata en la
población.
Durante
éstos dos meses, a pesar que las lluvias se empecinan en enfriar el ambiente;
los niños y jóvenes se las arreglan para vivir plenamente del carnaval y con
cierta constancia vamos encontrar en las calles grupos con baldes de agua y
globos mojar a temerarias chicas que se
atreven a desafiar a estos grupos de mozalbetes. Por las noches la fiesta
continua; esta vez el talco y la harina remplaza al líquido, envueltos en
medias de nylon a la que la llaman “matacholas”, los grupos recorren por las calles y plazas
blanqueando a cuanta chica se cruce por su camino.
Una de las
actividades muy esperadas por todas las generaciones de abanquinos, es la yunsa; aquí la llamamos “mallqui”; desde muy
temprano el “carguyok” o encargado de la yunsa, invita a sus amigos,
familiares, compadres y vecinos para que ayuden a realizar la yunsa, las que
generalmente son realizadas los días domingos.
El día en el que
realiza la yunsa, desde muy temprano se
observa cierto movimiento en la casa del carguyok; la gente entra y sale con
frecuencia, algunos entran con botellas, canastas, galones, es que van trayendo
el licor, cerveza, el cañazo, desde luego la chicha ya ha sido preparado con
casi dos días de anticipado; otros llegan con productos como: papa, habas,
zanahorias que servirá para preparar la comida. Otros traen, regalos y
serpentina para adornar el árbol. Y es así de cómo colaboran los amigos,
vecinos, compadres con el carguyok.
Muy temprano, aun
cuando el sol no ha salido, un grupo de jóvenes ya se han movilizado hacia
alguna cercana chacra a escoger y cortar el árbol que servirá de yunsa, todo el
trabajo es realizado en forma gratuita ya que todos, luego participarán de la
gran fiesta.
Cuando la caravana
aparece a lo lejos, todos los niños y jóvenes salen entusiasmados, entre gritos
y aplausos reciben a la comitiva y al árbol en cuyo rededor gran algarabía se
desatará; una vez llegado a la esquina del barrio ya se encuentra acompañada de
un porongo lleno de espumante chicha. Doña Juana que es la más entusiasta de
las señoras del barrio de la Victoria alcanza inmediatamente tazas de
refrescante chicha a los que trajeron el árbol, también el público se beneficia
y saborea la riquísima chicha de jora.
Muchos ya se
encuentran con sogas y escaleras que ayudaran en forma voluntaria a parar el
árbol. Mientras los caballeros van tomando la riquísima chicha un grupo de
señoras ya se encuentran adornando el árbol y es que colgaran regalos, frutas,
objetos de plásticos.
El árbol, desde el
medio día ya se encuentra parado en plena esquina adornado con frutas, regalos,
serpentina, la población entera gozará de esta fiestas.
Pasado el medio
día, las parejas, van llegando a la casa del carguyok, todos los amigos,
compadres, vecinos se encuentran en la casa, ellos son invitados a almorzar, en
la cocina grandes ollas se encuentran humeantes desprendiendo aromas que abren
el apetito, el almuerzo será el delicioso “TIMPU” que es una especie de sopa
bien espesa, con abundante carne de: res, chancho, oveja y gallina; también
papas, yuca, camote, habas y repollo; se sirve primero el caldo, luego las
carnes y los tubérculos acompañado de llatán o uchucuta que es una especie de
ocopa preparada con queso, galletas, maní, wuacatay.
Mientras los
músicos van afinado sus instrumentos, las parejas van poniéndose el vestuario
típico del poblador abanquino. Los varones visten un poncho de color nogal, el
pantalón oscuro y camisa blanca, las mujeres, llevan en la cabeza un sombrero
de paja de color blanco con una cinta negra que según cuentan, es por la muerte
de la heroína abanquina Micaela
Bastidas, sus chamarras adornadas con finos encajes, su lliclla y una
voluminosa pollera realizada en finos paños, siempre adornadas con encajes de color
blanco dándoles un aspecto hermosa a la mujer abanquina.
La casa del
carguyok, se percibe un bullicio; los músicos bajo la dirección del Sr. Lino
dan los últimos toques, una breve melodía para poder comprobar que todos los
instrumentos estén debidamente afinados, dentro de ellos se puede observar
algunos jóvenes músicos, que van adquiriendo el ritmo y la sapiencia musical de
los viejos y gracias a ellos la tradición carnavalesca continuará.
Por otro lado doña
Rosa, que es la más veterana, se va poniéndose de acuerdo con las señoras
Juana, Libia que son las primeras voces de la comparsa, sobre las estrofas y
coplas que entonaran, pero muchas de ellas recién se compusieron para este
carnaval y otros se compondrán en el fragor del baile, la música y la bebida.
La comparsa, ya se
encuentra lista, algunas siguen repartiendo chicha entre los bailarines y
músicos y todos están contagiados por la alegría, mientras en la calle la gente ya se viene aglomerando, los
jóvenes y niños se encuentran con baldes
y globos iniciando de esta manera la gran fiesta de los carnavales. A lo lejos
se escucha muy débilmente la melodía contagiante de la quena, significando que
la comparsa ya salió de la casa, luego de un breve recorrido llegará a la
yunsa; se puede observar al carguyok y su pareja con el hacha en el hombro
encabezado la comparsa le siguen con los sombreros agitando los bailarines que
entusiasmados bailan con gran frenesí. Se puede observar al señor Lino con su mandolina mueve la cabeza orientando a
los músicos sobre los cambios de notas que deben hacer, sobre todo, a los
músicos jóvenes, ahí se encuentra la señora Aidé, ella es una peculiar
participante de toda yunsa y que generalmente es invitada a cuanta yunsa se
realice en Abancay, debido a que es la única mujer músico, ella toca la tinya,
pero no solo eso sino que es una de las más entusiasta, no para de cantar o
silbar es la alegría de los músicos, no
para de bailar tocar y cantar en todo el tiempo que dura la yunsa.
__Aquí
viene la comparsa...
La comparsa abanquina......
Son las primeras
letras que salen de las gargantas de doña Rosa. Talco, serpentina y agua son
elementos infaltables en la yunsa; los niños se acercan temerariamente al ruedo
de los bailarines para poder arrancarles las serpentinas que cuelgan del
sombrero y del cuello de los bailarines; muchos están irreconocibles por la
expresión de alegría que embriaga sus rostros y el talco con el que han sido
manchados sus rostros.
El grupo gira
alrededor del árbol, en cuya base se encuentra el grupo de músicos la chicha no
deja de circular ya sea a los músicos, bailarines y al público en general.
Inicia el
cortamonte con el carguyok, un par de hachazos al árbol, él y su pareja, así el
hacha pasará por todos los bailarines, en cada golpe que se da al árbol,
son los jóvenes los que más sufren, esperan
ansiosos que el árbol caiga para hacerse dueños de uno de los regalos que
se encuentra colgados en el árbol.
Ya al entrar la
noche muchos bailarines ya han sufrido el efecto embriagador de la chicha al
igual que los músicos, y cada vez que las parejas salen al centro chanca con el
hacha con gran furia, algunas parejas huyen de coger el hacha por temor a
tumbar el árbol y tener que parar el árbol al próximo año. Sin embargo los
efectos de la chicha les hacen perder el miedo y algunas parejas se entusiasman
y buscan que se les entregue el hacha.
Finalmente el
árbol cayó, una nube de jóvenes se abalanza al árbol para adueñarse de algún
objeto, el grupo de músicos no para de tocar al igual que los cantores, la
pareja que hizo caer el árbol, con el hacha en el hombro y un rama pasean
victoriosos, Ahora ellos encabezan la comparsa que pasea bulliciosa por todo el
barrio antes de ir a la casa del carguyok donde la fiesta continuara hasta no
se sabe que hora.
Robert Sierra Tapia
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